¡Hola! Mi nombre es Olga, tengo 33 años, soy mujer, mamá y partera.
La maternidad me hizo transitar mi carrera desde otro lugar. Cuando una es partera puede ver y sentir la vulnerabilidad de la mujer que crea una vida. La felicidad, los miedos, las exigencias de la sociedad, muchas veces la soledad. Cuando comencé mi carrera era una mujer soltera, que disfrutaba de la vida, y amaba estudiar obstetricia. A mitad de la carrera llego mi Lulú, la vida me dio un vuelco, yo no sólo acompañaba a esas mamás embarazadas, sino que pase a ser una de ellas. Sentirme vulnerable, expuesta, frágil, me hizo empatizar mucho más con esas otras mujeres, y cambio la visión de mi vocación 180 grados. La mejoró 1000%. Lulú acompañó todos mis logros y finalmente cuando en 2022 me recibí fue la primera en festejar y gritar de alegría. Era una meta compartida, este título nos pertenecía a las dos. Ella me ayudo a mejorar como persona, como mujer y como partera.
Luana llegaba al mundo un 12 de setiembre de 2012, para enseñarme a ser mamá. Elegí ese nombre porque significa GUERRERA, y esa palabra la pinta entera. Mi niña es una guerrera como ninguna.
Siempre inquieta desde la panza, ella era una bebé que quería relacionarse con toda aquella persona que se le acercara. Y eso la definió desde siempre y sigue aún ahora. Es la niña más sociable del mundo, y no lo digo por ser su mamá, sino porque la veo. La veo empatizar con sus compañeros y compañeras de clase, con los amigos del barrio, con su prima y su primo con los que vive y se llevan como hermanos. Hay días y semanas exhaustos, Lulú hace mucha terapia, todas distintas, días distintos, todas las semanas; pocas veces la he escuchado quejarse, se que está cansada a veces, yo también lo estoy, pero ella acepta con amor los consejos, y la ayuda sea física, emocional o intelectual que los profesionales a los que asiste le indican. Está siempre de buen humor y con buena disposición, me enseña cada día a redoblar esfuerzos y seguir luchando. ¡Estoy tan orgullosa de ser su mamá!
Que mi Lulú naciera con el síndrome de Koolen de Vries me ha enseñado a ver las pequeñas cosas, a festejar esos pequeños avances . La primera vez que pudo sostener su cabecita frágil. Cuando se sentó por primera vez, sosteniéndose con sus manitos a los 2 años y medios. Los primeros balbuceos a los 3 años. A los 5 años cuando probó con ayuda sus primeros pasos en Teletón y un sin fin de pequeñas cosas que me ha hecho explotar de amor.
Cada vez que me siento aturdida y llena de preguntas, el remedio más eficaz que hace efecto al instante es mirar a Luana ¿Qué veo cuando la veo? Una nena Feliz, creciendo, aprendiendo, experimentando, jugando y eligiendo de a poquito su lugar de pertenencia en este mundo.
Muchas veces queremos que nuestros hijos encajen en la foto que armamos alguna vez. Pero ellos vienen a rompernos la estructura de creer que somos dueños del deseo del otro.
Luana llego para partirme en mil pedazos, dejarme vulnerable, indefensa, más de una vez insegura y frágil y para ENSEÑARME que la vida va mucho más allá de las estructuras, patrones armados, y también arcaicos. Me enseñó que los miedos y prejuicios conducen a lugares feos, y que las formas o apariencias son MOLDES QUE NOS ATAN A UN RÓTULO. Luana me enseñó que al sacar el molde con el que miramos al otro, nos podemos dejar sorprender con su verdadera esencia.
Por eso te invito a dejar el molde atrás y sorprenderte no sólo con mi Lulú, que créeme te va a sorprender, sino también con un mundo de personas distintas que están ahí afuera esperando a ser descubiertas y que seguramente te sorprendan con su verdadera esencia.
Lulú es una guerrera…igualita a su mamá… siempre con una sonrisa!!
Mi bella partera, tenés un ser lleno de luz y magia,Tuve la suerte de conocer a Lulú con su hermosa sonrisa y simpatía. Ambas son unas guerreras dignas de admiración ! Para atrás ni para tomar impulso! Se que van a llegar a esa meta y más ,merecen todo lo mejor del mundo! Un fuerte abrazo a ambas y cuenten conmigo!!!